Raúl Niz con sus 62 años de edad, camina diariamente 20 cuadras para asistir al gremio de Judiciales. “Tengo el auto en el taller”, aclara para fundamentar su rutina aeróbica. Y no hace falta. El cómo llega al sindicato es sólo un simple detalle geográfico. Lo importante para Raúl -como desde hace casi cuatro décadas- es estar siempre presente. Este año se convirtió finalmente en flamante jubilado y fue homenajeado por el Sindicato por su extensa trayectoria. Hoy, nos hace partícipes y testigos virtuales de gran parte de ella.

Dialogar con Raúl acerca de su vasta experiencia tanto como trabajador de Judiciales como de gremialista es una tarea sencilla y de grato aprendizaje. Con un termo que lleva adherido un sticker del Club Atlético Colón como emblema distintivo y un mate para siempre compartir a quien guste, se acomoda con paciencia sus lentes y se predispone a responder cada pregunta que se le hace.

Por supuesto, cuando se refiere a su labor en la actividad sindical y su compromiso por la defensa de los trabajadores judiciales, cada palabra que suelta se impregna de un profundo orgullo. “La actividad gremial se trata en definitiva, de intentar cambiarle la realidad a los trabajadores”, confiesa con un entusiasmo aún intacto al relatar parte de su historia.

Entrar al Poder Judicial y acto seguido, la peor dictadura

A los 21 años, Raúl ingresó al Poder Judicial como peón de patio donde realizó funciones específicas referidas a la limpieza de los espacios exteriores a los juzgados (pasillos, patios, verederas y colabora en distintas tareas bajo las órdenes del mayordomo). “Empecé en la época de la Corte del Doctor Prono. ¡Y justo un viernes 13!”, comenta y esboza una sonrisa nostálgica mientras ofrece un primer mate recién cebado.

“Era un trabajo principalmente físico y tenías que estar predispuesto para desarrollarlo ya que era muy demandante. De todas formas, con el tiempo comprendés cómo aprovechar de mejor manera el tiempo y lo realizás con mayor eficacia”, recuerda.

Sin alcanzar el año de labor, a Raúl lo trasladaron al Juzgado de Instrucción de Cuarta Nominación como ordenanza. En dicho lugar, no sólo aprendió a repartir expedientes sino que también, pudo apreciar cómo se desarrollaba de forma precisa la propia actividad cotidiana dentro de la Justicia.

“Y al poco tiempo, ocurrió el golpe de estado militar. Entonces, durante cada mañana de la primer trágica semana, ingresábamos todos los empleados en el horario establecido y en cualquier momento, te hacían retirar de los lugares de tarea. Por ejemplo, el mismo primer día: ingresé a las seis de la mañana y veinte minutos después, los militares te pedían que todos los empleados nos dirigiéramos afuera del lugar de trabajo hasta que ellos lo dispongan. Así estuvimos como mínimo una semana. Luego, se volvió una aparente y lamentable normalidad.”

Al tiempo, Raúl regresó como peón de patio y por varios años, desarrolló esa tarea que conocía en detalle, hasta que fue trasladado a un Juzgado Civil como ordenanza para atender a los Juzgados de Novena y Cuarta Nominación.

“En ese período, nos empezamos a contactar con aquellos compañeros que también trabajaban en la justicia y que llevaban militancia política, para conversar sobre la realidad de nuestra función. En general, esas charlas se realizaban en la cocina, a la hora del mate. Así nos fuimos conociendo con cada uno y el dialogo se fue encaminando hacia las propias reivindicaciones laborales. Hay que recordar que en ese momento el gremio estaba intervenido por los militares, esto significaba que funcionaba solamente como una Mutual pero no se podía hacer nada en lo que refería a la defensa de los derechos de los trabajadores.”

De esta forma, Raúl logró junto a un par de compañeros, formar una Comisión de Deportes que era lo único que se podía pretender ante una situación contextual tan limitada en donde los espacios reales de participación política eran nulos. “Cada acción que llevábamos adelante dentro de esa comisión debía ser autorizada por el interventor, es decir, el militar de turno”, remarca.

Desde esa realidad cercada, Raúl participó varios años en dicha Comisión hasta que en 1982 se comenzaron a organizar y nombrar delegados por cada Juzgado y Piso.

“Como por suerte la situación estaba cambiando a nivel nacional -con la participación activa del movimiento obrero organizado- comenzamos a tener mayor libertad de acción y a partir de ser conscientes de esa situación, pudimos pensar en la conformación de una agrupación gremial para acceder a la conducción del sindicato. La iniciativa fue llevada adelante principalmente por Juan Enrique Cisneros quien fue el que convocó a los distintos compañeros de los diferentes fueros y de cada asentamiento de la provincia. Primero nos reuníamos en alguna casa particular, luego, en el colegio de martilleros y finalmente, funcionábamos en lo que llamábamos la escuelita, que no era otra cosa que el fondo de una veterinaria donde organizábamos las actividades propias de un gremio que debía y pretendía ser recuperado en manos de los trabajadores.”

Su objetivo en esa primera instancia de reorganización fue el de crear conciencia gremial y compromiso en cada trabajador judicial. “Así nos encontramos que había una gran necesidad de participar y una importante expectativa de que la actividad gremial sea una herramienta efectiva para cambiar la situación a los trabajadores”, destaca.

El retorno a la democracia y a la concreción de los sueños colectivos

Con la vuelta de la democracia y la ansiada etapa de normalización de cada sindicato, Raúl recuerda: “ya contábamos con una denominada mesa de trabajo donde participaban referentes de distintas corrientes políticas para que puedan ser contenidos todos los compañeros sin distinción de pensamiento partidario.”

En ese momento, Raúl se desempeñaba en un Juzgado de Crimen (actual de Sentencia), llevando adelante la actividad de personal de mantenimiento. A su vez, ya se había convertido en delegado del mismo Juzgado de Sentencia de Segunda Nominación.

“Ahora sí nos reuníamos como un verdadero cuerpo de delegados en un espacio que existía frente a la Dirección de Administración de Tribunales y en caso de llevarse a cabo asambleas, estas se realizaban en el hall del mismo lugar.”

Para Raúl, el retorno a la democracia fue un nuevo punto de partida, la posibilidad concreta de llevar adelante un trabajo sindical que ya no tenía limitaciones ni imposiciones. “Volver a tener un gobierno democrático nos significó la concreta recuperación de los derechos no sólo como trabajadores sino también como ciudadanos, con el simple hecho de la libertad de reunión. Así, comenzamos a soñar con proyectos colectivos que sean de corto, mediano y largo plazo.”

Y aquellos sueños que comenzaron a volverse posibles, permitió que el gremio pudiese adquirir una sede propia en cada uno de los principales asentamientos judiciales con el valioso aporte del propio salario de cada trabajador judicial.

“Recuperamos y defendimos el régimen salarial perdido con la dictadura y reincorporamos a todos los compañeros cesanteados por cuestiones políticas y gremiales. Todos esos logros fueron posibles gracias a la participación de cada trabajador judicial”, destaca con orgullo.

Con el tiempo, Raúl fue trasladado como trabajador judicial al turno tarde y no sólo continuó con su constante actividad gremial sino que pasó a ser delegado de todo el personal de turno vespertino en el edificio de Tribunales.

Una vez normalizado completamente el sindicato, Raúl fue nombrado Vocal integrando la Comisión Directiva para acompañar cada actividad gremial. “Específicamente me inclinaba a tener una mayor participación en todo aquello que refería a la logística de las movilizaciones. Además, tuve la posibilidad de realizar varias capacitaciones para gremialistas. Recuerdo una en particular en SMATA, Buenos Aires, donde participó una gran mayoría de aquellos que después integraríamos la Lista Celeste de la Agrupación Unidad Judicial. Esa experiencia en particular fue muy fructífera, por la presencia de dirigentes de vasta trayectoria y por el intercambio de experiencias entre los compañeros Judiciales de todas las distintas provincias del país.»

Época de movilizaciones y crisis económicas

Para el año 1987, Raúl fue trasladado al Fuero Laboral como ordenanza. Ya en dicho establecimiento, los compañeros lo honraron nuevamente como su delegado designado y su participación en el gremio ya fue adquiriendo nuevas actividades.

“Cuando el compañero Enrique Cisneros no podía asistir a las plenarias de la CGT por razones de fuerza mayor, yo participaba en nombre del Sindicato con mandato de la Comisión Directiva. Así, fui designado Congresal ante la propia CGT dentro de los plenarios de renovación de autoridades junto a otros compañeros. Esta designación me permitía estar autorizado para expresar la posición del Sindicato de Judiciales en el plenario de regional Santa Fe. También en ese período, el gobierno nacional buscó hacer una reforma de la Ley Sindical, esto generó una contundente respuesta del movimiento organizado que llevó adelante un plan de lucha que demandó mucha participación y movilización. Nuestro Sindicato no estuvo ajeno a esas circunstancias y nos movilizamos para resistir a dicha iniciativa. Sobre esto, quiero destacar que la mayoría de los compañeros judiciales estuvieron a la altura de las circunstancias con una amplia participación.»

La década de los noventa encontró al gremio de Trabajadores Judiciales con la lista Celeste en la conducción del sindicato, “lo que siempre se buscó y priorizó fue mantener un criterio de consensos tanto para lo que respecta en el interior del gremio como para los otros representantes de los distintos estamentos que conviven en el Poder Judicial. Fue una época de ajustes y recortes de derechos por parte del gobierno nacional y local, lo que originó diversas situaciones de conflicto por el salario, la carrera judicial, como también, por los propios derechos laborales. Ante estas situaciones,el sindicato siempre apostó por una actitud de establecer propuestas concretas para solucionar el conflicto específico.”

Terminando la década del noventa, Raúl se movilizó junto al Sindicato de Trabajadores Judiciales y el resto de los gremios estatales hacia la Legislatura con motivo de un proyecto de ley de reforma previsional que afectaba a todos los sectores públicos. “Esta protesta se hizo escuchar fuertemente por la gran cantidad de personas (casi diez mil manifestantes), de elementos de percusión y también, de pirotecnia. Esto, generó una fuerte respuesta por parte de las autoridades del Poder Judicial por considerar nuestra acción como una conducta indecorosa por ser agentes de dicho Poder.”

Como consecuencia, Raúl fue suspendido junto a otros dos compañeros del Sindicato, lo cual lo llevó a estar fuera de sus funciones laborales por el término de siete meses sin goce de haberes. “Previo a la suspensión, no se sabía con exactitud cómo iba a resolver nuestra situación laboral. Fue un momento muy difícil donde por suerte, el gremio acompañó incondicionalmente a cada suspendido. Además, contamos con el vital aporte económico de muchos compañeros judiciales de la provincia a los cuales les voy a estar siempre agradecido.”

Raúl recuerda la crisis del 2001 con la angustia lógica que vivió cada argentino. “Afectó a todos los sectores de la sociedad y los Judiciales no fuimos la excepción. Pero unidos y organizados, pudimos superar y contrarrestar las terribles medidas que dictaron las autoridades del gobierno nacional. A pesar de la inestabilidad económica, social y política, todos los argentinos fuimos capaces de sostener la democracia. Sin embargo, quedaron momentos marcados en mi memoria. Por ejemplo, ver cómo los policías arrojaron sus caballos sobre el grupo de Madres de Plaza de Mayo, atropellándolas de forma despiadada, aún me sensibiliza profundamente.”

Recuperación, reivindicaciones y final de un ciclo laboral

Más allá de la crisis del 2001, el Sindicato de Trabajadores Judiciales mantuvo su vida democrática normalmente manteniendo la unidad y el compromiso como factores esenciales y llamando a elecciones según rige el Estatuto.

“A partir del 2003, el país fue mejorando paulatinamente y las instituciones recuperaron su vigencia como ser los propios convenios colectivos de trabajo. Fue una etapa de reivindicaciones no sólo en los derechos laborales, sino también en los propios derechos humanos. Se elevó el salario mínimo vital y móvil de los activos y pasivos, se revitalizó el Consejo del Salario y el trabajador recuperó gradualmente la movilidad social ascendente. Esto generó salarios dignos y fortaleció el mercado interno, lo que a su vez trajo mayor producción y consumo local. La desocupación fue disminuyendo en función de mayor demanda de empleo.”

El Sindicato en los últimos años no sólo siguió creciendo sino que también se fue adecuando a las nuevas perspectivas contextuales. “Realizamos una importante adecuación conforme a la Ley de Asociaciones Profesionales. A partir de ello, surgió la necesidad de reformular algunas secretarías ya existentes como ser la actual Secretaría de Acción Social, Igualdad de Género y Oportunidad o la de Relaciones Institucionales y Derechos Humanos. También se creó la Secretaría de Higiene y Seguridad Laboral. En consecuencia de esta última, un grupo de compañeros y compañeras, nos abocamos a capacitarnos al respecto tomando un curso de nivel Universitario que duró tres años. Así, compartimos experiencias teóricas y empíricas con trabajadores de otras actividades tanto estatales como privados, lo que enriqueció la experiencia profundamente.”

Al igual que en sus últimos años, Raúl continuó trabajando en el Fuero Laboral, hasta que a los 62 años cumplidos, decidió retirarse definitivamente. “Siempre me sentí cómodo trabajando con cada compañero del Fuero, tanto los que tenían mayor antigüedad como los que se incorporaron recientemente. Al final, aunque ya tenía los correspondientes trámites de retiro, me demoré más de un año y medio en efectivizar la renuncia porque me costaba tomar el siguiente paso y convertirme en jubilado. Y ahora que ya llevo 9 meses retirado, creo que continuar participando en el Sindicato de alguna manera me permite seguir vinculado al conjunto de los compañeros como también, mantenerme en actividad. Por eso vengo todos los días al gremio, salvo que ande enfermo. El Sindicato es parte de mi vida, de mis recuerdos, de mi presente y aún, de mis proyectos futuros.”

Raúl recuerda sus años en el gremio, su larga militancia gremial y se emociona. Aún se siente partícipe del Sindicato y de la historia del mismo, pero por sobre todas las cosas, se siente un privilegiado. «Formé y formo parte de una agrupación de personas de quienes aprendí muchas cosas desde lo humano. Sus experiencias de vida, consejos y generosidad influyeron en mi propia personalidad. Fueron y son mis referentes. Y me refiero a todos, desde el Ordenanza al Secretario General y compañeros de distintos puntos de la provincia. En definitiva, cada uno de ellos, son también mi familia”, concluye y suspira un largo silencio para cebarse un último mate.

El termo parece también dar un punto final y se muestra prácticamente vacío. Raúl lo toma y se predispone a cargarlo nuevamente para después retornar a lo que por casi cuatro décadas, forma gran parte de su lugar en el mundo: el Sindicato de Trabajadores Judiciales.