La Independencia Económica y la Soberanía Política, banderas que sostenemos desde el Sindicato de Trabajadores Judiciales como parte del legado del General Juan Domingo Perón que a 46 años de su muerte, está más vigente que nunca en el corazón del pueblo trabajador.

Toda muerte es inoportuna, pero algunas sobresalen por encima de otras no solo por la persona de quien se trata sino por el tiempo en el que sucede.

El fallecimiento de Juan Domingo, el 1° de julio 1974, es una de las que se inscriben en el grupo de las que estremecen, paralizan, atraviesan a las naciones y los pueblos y pasan a ser hitos a partir de los cuales observamos la Historia.

Es que la desaparición física del presidente argentino significó un antes y después en la realidad política, social y económica del país. Luego de aquel suceso comenzó a desescalar el proceso democrático iniciado en 1973 y terminó sumido en la peor de las dictaduras militares, en 1976.

La muerte de Perón fue lamentada por todo el arco político nacional y conmovió a distintos líderes internacionales, porque además de ser el primer mandatario del país, el General Perón era uno de los actores protagónico de la política internacional.

La transcendencia internacional alcanzada por Perón se refleja en la despedida que realizaron lideres de diferentes pensamientos. Henry Kissinger expresó: ”La muerte de Juan Domingo Perón no sólo es una gran pérdida para el pueblo argentino, sino para todo el mundo”; Fidel Castro puntualizó: “La noticia me hizo mucho daño. Tuve una terrible sensación de abatimiento y tristeza… siempre será recordado aquí como un patriota latinoamericano y un amigo de Cuba y de su pueblo”.

En distintas conferencias internacionales de la ONU como la FAO dispusieron un tiempo para hacer referencia a su muerte.

Los mandatarios de EE.UU. y Rusia destacaron su liderazgo como también el entonces presidente de Colombia Misael Pastrana: “No sólo fue un estadista sino uno de los conductores más destacados de América Latina”; y hasta el Papa Pablo VI, le dedicó una misa que celebró en la capilla privada del Vaticano.

En el mundo se pudo observar las banderas a media asta, incluso la de la ONU que flamea en la sede de Nueva York.

Todavía se recuerda la despedida que le ofrendó, durante sus funerales, en el Congreso de la Nación, Ricardo Balbín, líder de la UCR: “… Vengo en nombre de mis viejas luchas; que por haber sido claras, sinceras y evidentes, permitieron en estos últimos tiempos la comprensión final, y por haber sido leal en la causa de la vieja lucha, fui recibido con confianza en la escena oficial que presidía el Presidente muerto… Este viejo adversario despide a un amigo”.

Perón llegó al gobierno con amplio apoyo popular en las elecciones de 1973 y fue por tercera vez presidente de los argentinos. Todos coincidían que era la persona indicada para gobernar aquel momento, tras 18 años en el exilio continuaba siendo el líder indiscutido del movimiento popular que implantó la justicia social, y logró que los sectores postergados se transformaran en actores principales de la vida política.

La frase “Mi único heredero es el pueblo” cobró vida desde su desaparición en aquellas jornadas, de un día como hoy, 1 de julio, donde la tristeza y desazón invadieron los corazones de propios y extraños, porque no había partido un argentino más, había pasado a la eternidad el hombre que
cambió la Historia nacional en el Siglo XX.

Hoy, tras muchos años de trabajo y merced al esfuerzo de innumerable cantidad de personas y el aporte invalorable del Movimiento Obrero, los restos de Perón descansan en un Mausoleo en San Vicente, en la quinta que disfrutara en vida con Evita y que hoy luce convertida en el Museo Histórico 17 de Octubre.