Se cumple un siglo del estallido de las huelgas obreras en La Forestal, la «compañía inglesa de tierras, maderas y ferrocarriles» que llegó a tener más de 2 millones de hectáreas en el norte de Santa Fe (extendiéndose hasta el sur del Chaco y noreste de Santiago del Estero), arrasar con un millón y medio de quebrachales, y obtener ganancias fabulosas en la industria de extracción de tanino y madera. Los préstamos ruinosos que obtuvo en la Argentina, el «Estado dentro del Estado» que desarrolló, y sobre todo las condiciones de explotación a las que sometió a sus obreros, cimentaron esas ganancias. También la sangrienta represión a las huelgas que terminó con más de 500 obreros muertos y otros tantos torturados y expulsados de la región. Cuando La Forestal decidió irse del país, a partir de la década del 40′, los otrora prósperos pueblos que había levantado ganaron el mote que aún hoy les pesa, y
que están revirtiendo en un reciente proceso de recuperación identitaria: pueblos fantasmas.

Parte de ese proceso es el que dio pie a los actos recordatorios que tendrán lugar a partir de hoy viernes 29 de enero. Un grupo de vecinos de Villa Guillermina, La Gallareta, Tartagal, Villa Ana, muchos de ellos profes de historia, también historiadores como Alejandro Jasinski –autor del completísimo Revuelta obrera y masacre en La Forestal–, se pusieron a organizarlos. Y dentro del proceso histórico eligieron fijar el punto recordatorio no en la masacre, sino en la sublevación.

Desde el Sindicato de Trabajadores Judiciales de la Provincia de Santa Fe acompañamos la conmemoración del histórico levantamiento obrero en el Complejo Histórico, Cultural, Educativo y Ambiental de Villa Guillermina, que hoy funciona donde fue el tiro federal de La Forestal, inaugurando un monumento en homenaje a Teófilo Lafuente, el primer secretario general del sindicato del tanino.

Recordemos que el «Encuentro por la memoria, identidad y reivindicación de los pueblos forestales» se prolongará a lo largo de todo el año en diferentes mesas virtuales, de las que participarán ministros como Elizabeth Gómez Alcorta, senadores como Roberto Mirabella, dirigentes agrarios como Osvaldo «Quique» Lovey y gremiales como Rafael Vargas (secretario general del sindicato del Ingenio Ledesma), entre muchos otros funcionarios, historiadores, educadores, economistas. Los eventos suman una enorme cantidad de apoyos y adhesiones institucionales con una la lista sigue por varias páginas.

La historia

El gigantesco proceso de acumulación que hizo la empresa en pocos años la ubica como proveedora de todos los servicios de los pueblos que fundó: el agua, el ferrocarril, el hospital, la educación estaban a su cargo. El intendente era un empleado de la compañía, que tenía decisión directa sobre los nombramientos, del juez de paz, el policía, el maestro, señala Jasinski en su libro. Como era suyo, la empresa decidía quién tomaba el tren y quién no. Tenía además el monopolio del comercio. En lugar de usar moneda de curso legal, pagaba con vales para comprar en sus propios almacenes, con sus propias balanzas (las monedas de cambio históricas hoy se comercializan en Mercado Libre).

«La primera gran huelga comienza el 14 de diciembre de 1919 y dura un mes. Se presenta por primera vez un enorme pliego de condiciones que es casi un convenio colectivo. Mejoras en las condiciones de vida, de trabajo, reconocimiento del sindicato, reincorporación de los despedidos. También mayor respeto hacia los obreros de parte de las jerarquiías, eso habla de un desarrollo marcadamente clasista, muy represivo», observa Alejandro Jasinski.

«Finalmente La Forestal tiene que ceder frente al pliego de condiciones. La empresa cumple parcialmente algunas demandas y otras las empieza a retacear», repasa el historiador. La contraofensiva de la empresa llega con lock out patronal y con el decreto de creación de una «gendarmería volante», un cuerpo represivo propio que se sumó al que enviaba la provincia cada vez que la empresa se lo pedía. «En diciembre del 20 se cierran las fábricas, hay caos social, los trabajadores debaten si ir o no a las huelgas. Y en un acto desesperado, el 29 de enero se produce la famosa revuelta de los obreros y las familias de La Forestal». Que es lo que hoy se conmemora.

«Elegimos recordar ese momento como un hecho ejemplificador de desobediencia frente a un orden injusto. La idea no es conmemorar la violencia, las conmoraciones siempre tienen una idea de futuro y nadie proyecta a futuro con violencia, mucho menos con una masacre de por medio. Reivindicamos la dignidad de los de abajo en esas circunstancias tan oprobiosa», define Luciano Sánchez, docente e historiador de Villa Ana. En esa línea, el monumento a Lafuente -torturado frente a sus compañeros por la gendarmería volante- muestra un hachero, una calandria, un pliego de reivindicaciones.

Cuando el margen de ganancia ya no es excepcional (por la insurgencia obrera, por el mercado internacional del tanino), La Forestal se «relocaliza». Se va a Sudáfrica, después a Kenia, se sigue mudando hacia el este en África, se queda en cada lugar hasta que estallan los conflictos, o se terminan los árboles. En la Argentina, los pueblos quedan desmantelados, sin fuente de trabajo, sin tren, sin servicios, sin proyección. El drama se refleja: Los pueblos forestales llegaron a tener mas de 10.000 habitantes y hoy Villa Guillermina, el más grande, no llega a 5.000.

Desde el Sindicato de Trabajadores Judiciales los invitamos a mirar estos trabajos audivisuales para «hurgar en el pasado no es un ejercicio decorativo, implica cuestionar memorias que son funcionales, negaciones sobre órdenes sociales que estaban plagados de injusticias. Volver a hurgar ahí, remover eso, implica actualizar discusiones. No si La Forestal fue buena o mala, esa dicotomía no tiene sentido», concluye Jasinski.

«Pero sí permite cuestionar los modelos de desarrollo, los tipos de de responsabilidades que se le ofrecen a una empresa, qué es una empresa benefactora, qué puede llevarse y qué tiene que dejar. Sobre todo cuando se presenta ante la sociedad como la portadora de valores de progreso y civilización. Cómo es la relación entre su modelo de desarrollo y el medio ambiente, cómo se relaciona con lo fiscal y con el derecho de recaudar del Estado», ejemplifica. Es lo que queda de un pasado que se recuerda como advertencia muy presente.