La creciente había comenzado a fines de noviembre de 2002 señalando el Cenit en ciclo húmedo sobre la Mesopotamia.

Un comité de emergencia hídrica creado a tal efecto había solicitado, entre otras medidas que se cerrará la defensa oeste de la ciudad de Santa Fe.

No era el Paraná, su límite este y habitualmente protagonista de las crecidas. El que subía su nivel era el Salado.

Una sinuosa a cinta azul que desemboca en el mismo, apenas unos kilómetros al sur de la Ciudad el que amenazaba con los desbordes

Como pocas veces antes, los habitantes de Santa Fe, constataron que la ciudad ocupaba un pozo, con dos ríos que la rodeaban ambos por encima de sus cabezas.

El 29 de abril amaneció lluvioso, como los 10 días anteriores, la política prometida que nada grave ocurriría las defensas aseguraban estaban prestas a proteger la ciudad.

A las 9 de la mañana del 29 de abril de 2003 en LT10 el arquitecto Marcelo Alvarez, Intendente durante la inundación decía mensaje a la gente de Santa Fe que él nunca pudo explicar: “todo el barrio centenario, la Villa del Centenario, barrio Chalet, barrio San Lorenzo, barrio El Arenal, todo eso, no van a tener ningún tipo de inconveniente”.

En la Circunvalación oeste una autopista sobre un terraplén destinado a frenar el agua del Salado le faltaba completar un tramo.

Un tramo que lógicamente se había pagado e inaugurado

La defensa, nunca fue superada, pero por ese fatídico tramo, nunca concluido, entró un río entero que en menos de 5 horas cubrió con hasta 7 metros de agua un tercio de la superficie de la capital de la segunda provincia Argentina.

Lo que ingresa a la ciudad es un verdadero mar es una catarata que trae una cantidad de agua imposible escribió un movilero frente al hueco de apenas 2.000 metros que, nunca llegó a completar el anillo del terraplén así se comprobó que Santa Fe había quedado reducida a un inmenso recipiente de que el agua cuando entra jamás puede salir.

En ese lapso las cuentas más conservadoras hablan de 130.000 Evacuados, el 35% de los entonces habitantes de Santa Fe.

15.000 viviendas destruidas y un número nunca ha precisado de entre 23 y 180 muertos según quién haga la cuenta

«A mi nadie me avisó.»

Frente al marasmo la política completó su paradoja.

El entonces gobernador Carlos Reutemann ordenó bolar los tramos de la defensa, diseñando para enfrentar la crecida, para ahora permitir la salida del agua…

Cuando a pocas horas del desastre se conoció la noticia, de la infame falta de finalización de la defensa Reutemann abundo en declaraciones profundas….

“A mi nadie me avisó”, fue todo lo que dijo. 

Mientras se desarrollaba una conferencia de prensa en la que exponía información sobre la crecida del Río Salado, al entonces gobernador de Santa Fe, Carlos Reutemann, le preguntaron si él o su gestión había recibido informes técnicos en los que se preveía la feroz subida del caudal de agua. 

“Que yo sepa, en lo personal no he tenido ninguna información de este tipo, a mi absolutamente nadie me ha avisado”, contestó el mandatario santafesino. Y redobló la apuesta: “Los felicito por las preguntas que hacen porque tenemos una universidad de Recursos Hídricos que evidentemente en algún momento tantos ingenieros hídricos debieron haber visto la cantidad de lluvia que se estaba produciendo”. 

Los informes de la UNL y los estudios de organismos técnicos tales como vialidad provincial confirmaron la desidia, negligencia y criminalidad del estado santafesino, abriendo paso a la justicia.

Irónicamente esto ocurría el día del animal.