Llegamos tarde a la reunión del sindicato, entramos y ya estaba ahí. Los compañeros de Rosario habían sido puntuales y yo dije:

– ¡Hola Juan! – obvio por una cuestión de respeto y jerarquía, no podíamos dejar de saludar al Tono.
Se inclina para atrás en la silla, nos mira como desde arriba, levanta la ceja en medio de la discusión y dice:
– Qué hacen, ¿todo bien?
– Si, bien, gracias…
Dirigiéndose a los que estaban en la mesa.
– ¿Viste lo q hicieron estos hijos de la gran….? ¡Son unos un desgraciados!

Así arrancaba y comenzaba una serie de preguntas y respuestas, política sindical y compañerismo a lo Rosario. De una te sobraba, porque le sobraba experiencia, actitud, años de política y articulación en la construcción. Lo vimos siempre apoyando la unidad de todos los trabajadores y promoviendo la aceptación de la diversidad para dentro y para afuera del Tribunal. Lo vimos siempre apoyando un país inclusivo, nacional y popular. Siempre en defensa de los trabajadores y los más postergados.

Su partida no es un adiós para nosotros. Su partida es el recuerdo constante de la militancia hecha realidad, del compromiso asumido de honrar la vida. EL TONO traía siempre nuevos proyectos siempre con la fe y esperanza puesta en que mañana será mejor. No más lindo o más naif, sino mejor, mejor posicionados para defender los derechos del conjunto. Su pasión y su entrega apoyando cada lucha y cada reclamo en el movimiento sindical rosarino lo pinta de cuerpo entero: “si tocan a uno nos tocan a todos», repetía en las reuniones.

Recordamos cuando nos invito a su casamiento que lo hizo -obvio- en el camping del Sindicato. Fue una celebración sencilla pero rodeada de compañeros. Por eso estamos seguros que cuando le toque jugar en la cancha allá arriba no va a especular y por supuesto tiene puesta en el alma la camiseta del general.

Tono, te vamos a extrañar.