Anteriormente conocido como «Día de la Raza», el 12 de octubre, es una fecha utilizada en la Argentina para promover la reflexión histórica y el diálogo intercultural acerca de los derechos de los pueblos originarios con el nombre de Día de la Diversidad Cultural Americana. 

Nunca una sentencia plasmada en una norma fue tan cierta «… y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino». Así reza como en una plegaria laica, el preámbulo de nuestra Constitución Nacional. Reconociendo desde la fundación del estado republicano el derecho a todos los habitantes del mundo a ser libres. Así también, otros derechos que dignificaban la vida fueron plasmados en la Carta Magna como el que estableció que, «La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad. La igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas.» Todos marcaron las ideas rectoras de libertad y respeto hacia la dignidad humana, que constituyen esta sociedad. En una cláusula de vanguardia se reconoció por ejemplo, el derecho para todos los esclavos que de cualquier modo se introdujeran en la República, y que por el solo hecho de pisar el territorio quedaban libres.

Desde nuestro origen como nación, los derechos humanos son el piso mínimo de garantías que poseemos todos y todas para la defensa de la dignidad. El respeto y ejercicio de los derechos humanos se fundamenta en la igualdad entre las personas, esto es, por el simple hecho de haber nacido, tenemos derecho a un trato digno, respetuoso e igualitario. En el Sindicato de Trabajadores Judiciales de Santa Fe preferimos hablar de interculturalidad, un concepto que da cuenta de la multiplicidad de pertenencias, costumbres, tradiciones e identidades que constituyen nuestra sociedad y son su principal riqueza. Defendemos y custodiamos la interacción entre las diferentes expresiones, el diálogo y el intercambio entre ellas.

Argentina, desde comienzos del siglo XX, recibió grandes flujos migratorios que configuraron la multiculturalidad, determinaron una idiosincrasia plural y una forma de convivencia integrada. Entre los períodos de las grandes guerras mundiales, fuimos como pocos países receptores de hombres y mujeres que hicieron del esfuerzo y de la paz los baluartes de una cultura de vida. Gran parte de quienes somos los habitantes de hoy descendemos de ellos. Los migrantes huían del hambre, otros de la violencia de la guerra o de las persecuciones por cuestiones religiosas o políticas. Quienes eran perseguidos, muchas veces al precio de separarse de sus familias, constituyeron su nueva residencia en esta Nación. El modelo de convivencia, respeto, integración e igualdad en diversidad marcó la vida del nuevo siglo. Y sobre esa diversidad construimos cada día porque creemos que así nos enriquecimos como sociedad.

Mucho antes de esto, en el territorio nacional vivían pobladores originarios que hablaban diversas lenguas y seguían sus propias culturas y costumbres. Muchos de ellos, también sufrieron la persecución, la segregación de sus tierras y el intento de erradicación de su existencia. Ellos también nos constituyeron y enriquecieron como sociedad. El reconocimiento de los derechos a todas las personas que habitan el suelo argentino en igualdad de condiciones es óbice rector de la política pública en materia de no discriminación del gobierno nacional. 

Desde el sindicato vamos a seguir trabajando cada día para garantizar el reconocimiento de creencias, costumbres e idiosincrasias de toda la población, con la seguridad de que respetar esas diferencias, pertenezcan estas a grupos mayoritarios o minoritarios, por igual, nos va a ayudar a seguir conviviendo con el mismo espíritu de confraternidad que se plasmó hace tantos años en las leyes que nos constituyeron como Nación.