Este 1° de Mayo se nos presenta como una fecha destacada para reflexionar sobre el difícil momento que estamos viviendo los trabajadores y trabajadoras en nuestra provincia y en el país. Porque hablar de la clase trabajadora en un contexto de crisis socioeconómica como el actual nos obliga a tener una mirada histórica, anclada en la lucha del movimiento obrero y a la vez una mirada profundamente política, que señale con claridad que los gobiernos de derecha siempre han intentado perpetuar el beneficio de un sector privilegiado y minoritario, avasallando nuestros derechos.

Si este posicionamiento fuera contundente y se tradujera en nuestras decisiones electorales, no estaríamos atravesando esta coyuntura de crisis, con un escenario político que está en las antípodas de los intereses nuestros. Sin embargo, la realidad nos muestra que algunos sectores de la clase trabajadora han resignado acríticamente sus propios intereses detrás de premisas falsas, que promueven un sujeto individualista, despojado de la historicidad de las luchas que conlleva cada derecho conquistado y ejercido en este presente. Así es que hoy presenciamos el costado más cruel de un capitalismo deshumanizado, que promueve la despolitización y que emplea algoritmos como espejitos de colores para dinamitar nuestro sentido de pertenencia a la clase trabajadora.

Sabemos que comunicacionalmente existe una gran maquinaria corporativa que impregna nuestra cultura cotidiana, nuestras interacciones y actúa instalando el rédito inmediato, la liviandad ideológica y la ausencia de todo sentido crítico. Por ello, hoy las y los trabajadores nos encontramos haciendo frente a gobiernos que tanto a nivel nacional, como provincial han sido grandes protagonistas de estas campañas comunicacionales, al servicio del poder hegemónico-corporativo, a través de alianzas y frentes electorales de derecha con legalidad democrática, que se encuentran hoy desplegando políticas de ajuste y recesión sobre las grandes mayorías populares, especialmente sobre la clase trabajadora. Y lo hacen sin tapujos, alardeando del achique del Estado, la entrega de nuestros recursos y la destrucción de la industria nacional, promoviendo paquetes de leyes y reformas inconstitucionales que horadan nuestros derechos, denostando el ámbito de negociación colectiva, incumpliendo o desconociendo acuerdos paritarios, ofreciendo salarios y jubilaciones a la baja, reinstalando el impuesto al salario a la par que rebajan impuestos a los bienes personales, estigmatizando la actividad sindical, a los sindicatos y a sus dirigentes, precarizando y flexibilizando las relaciones laborales, provocando despidos – incluso masivos – sin indemnización, despreciando en definitiva el más preciado ordenador social: EL TRABAJO.

Las familias de los trabajadores y trabajadoras, hoy vemos como se diluye el poder adquisitivo del salario ante una inflación devastadora. Nuestros sueldos y jubilaciones quedan reducidos a migajas frente a los aumentos de los servicios, la compra de alimentos, de medicamentos, el pago del transporte, más serio aún si hay que afrontar un alquiler y mucho más dramático si hay que asumir la discapacidad o enfermedad de algún miembro de la familia. Muy lejos ha quedado la posibilidad de proyectar vacaciones, de disfrutar de bienes culturales, mucho menos aún está la posibilidad de acceder a una vivienda propia.

Tenemos claro que el tamaño de esta crisis, afecta la salud física y mental de quienes padecemos en la diaria la desesperación de no cubrir las necesidades básicas, a las que los trabajadores y trabajadoras asalariadas estábamos habituados a tener resueltas. Este modelo en pocos meses nos ha empobrecido y ha deteriorado nuestra calidad de vida a niveles impensados hace un tiempo atrás. Y somos conscientes de que es mucho más grave la situación en el sector de trabajadores y trabajadoras de la economía informal, donde son especialmente las mujeres trabajadoras y las diversidades, las que afrontan de una y mil maneras, la crisis impuesta por las políticas de estos gobiernos.

Es aquí donde nuestras redes solidarias y nuestra acción conjunta se reafirma en la firme reivindicación del TRABAJO DIGNO o un TRABAJO CON DERECHOS, como basamento y horizonte de nuestra lucha colectiva.

Este tiempo histórico, este contexto apremiante, resignifica las banderas más emblemáticas de nuestras luchas, aquellas que apelan a construir colectivamente una sociedad con justicia distributiva, capaz de promover la movilidad social ascendente de la clase trabajadora; una sociedad que reconozca un Estado presente, acompañando el bienestar de las mayorías y garantizando el acceso a los derechos ineludibles del pueblo trabajador. En ese derrotero, bregamos por un Estado que recupere su rol de administrar nuestros recursos económicos estratégicos, para avanzar en un modelo de producción nacional con soberanía sobre nuestras tierras y ríos. Es una falacia decir que en nuestro país NO HAY PLATA. Sobran riquezas, pero la concentran grupos económicos que responden a intereses privados y extranjeros, siendo la principal traba para un desarrollo nacional.

Venimos de protagonizar hace una semana una multitudinaria movilización en defensa de la Educación y la Universidad pública, que aglutinó a todos los sectores de la clase trabajadora contra las políticas de ajuste del gobierno nacional y que tuvo su correlato a lo largo y ancho del país, adquiriendo enorme masividad en nuestra provincia.

En este 1º de Mayo, los trabajadores y trabajadoras nos comprometemos a fortalecer la UNIDAD de la clase trabajadora, para la defensa de nuestros derechos y la reivindicación de nuestras banderas históricas de lucha, aquellas que están sostenidas en el sueño de una Patria con democracia, con inclusión y con justicia Social.

Santa Fe, 30 de abril de 2024.-