Hoy se cumplen 170 años del Paso a la Inmortalidad del Padre de la Patria. Y no es una fecha más en el calendario de Argentina, como tampoco de la propia Sudamérica: se recuerda en todo nuestro país el fallecimiento del General José Francisco de San Martín, Padre de la Patria y Libertador de gran parte de América del Sur.

San Martín nació el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, Corrientes. Fue el menor de los cinco hijos que tuvieron Juan de San Martín y Gregoria Matorras, muriendo en Boulogne Sur-Mer, Francia, el 17 de agosto de 1850, aunque sus restos fueron repatriados a la Argentina en 1880.

El General dejó su marca indeleble en cada país latinoamericano en el que estuvo. En Perú, por ejemplo, tiene los títulos de «Fundador de la Libertad de Perú», de «Fundador de la República», y de «Generalísimo de las Armas». En el país vecino de Chile, en tanto, se le dio el grado de «Capitán General».

Nuestro Padre de la Patria realizó gran parte de su carrera militar en España, hacia donde partió cuando apenas tenía seis años. Tras alcanzar el grado de Teniente Coronel y servir 22 años en el ejército español, San Martín regresó a Argentina y se puso al servicio de la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Su liderazgo fue creciendo rápidamente, primero al mando del Regimiento de Granaderos a Caballo y luego en la Jefatura del Ejército del Norte, en reemplazo del General Manuel Belgrano. Luego, en 1817, San Martín completaría una de las gestas más extraordinarias: el Cruce de Los Andes (el pasado año se celebró el bicentenario de la hazaña).

Tras comandar las batallas de Chacabuco y Maipú, San Martín consiguió la liberación de Chile de manos de España. Y no se detuvo allí: atacó al centro del poder español en Sudamérica, ubicado en Lima, y en 1821 también consiguió al independencia de Perú. Un año más tarde se produciría uno de los encuentros más importantes de la historia de América del Sur: San Martín se reunió con Simón Bolívar y le entregó parte de su ejército para que continúe con la liberación de Perú, en la reunión que se conocería como «La entrevista de Guayaquil».

San Martín regresó a Buenos Aires desalentado por las luchas internas entre unitarios y federales, y partió nuevamente a Europa. En los últimos años de exilio, escribió las «Máximas para Merceditas», su hija, en donde sintetizó sus ideales educativos.

Finalmente, el Padre de la Patria falleció el 17 de agosto de 1850 en Francia. «Desearía que mi corazón fuese depositado en el de Buenos Aires», fue la voluntad póstuma del General. Desde 1880 sus restos descansan en la Capilla Nuestra Señora de la Paz, ubicada en la Catedral Metropolitana, custodiado permanentemente por dos granaderos.